¿Quién sino nosotros mismos, debemos de cuidarnos? Hay momentos en la vida en los que uno siente que “es el momento”: de dejar de jugar, de ponerse tacones, de empezar a leer, de salir a pasear… es momento de hacer un cambio, de no continuar en el mismo camino…pero… hay tantos momentos en los que la vida brota libre, sin domar, inconsciente.
Así como es fácil pensar cuántas cosas hacemos al cabo del día, es importante acostumbrarnos a pensar: cuántas cosas no hicimos, cuántas cosas decidimos no hacer al cabo del día para que puedan existir las otras.
La vida fluye con lo que hacemos y no hacemos, con lo que decimos y callamos, con lo que recordamos y olvidamos, con lo que comemos y no comemos.
Dice la teoría del “Olvido motivado” que muchas veces olvidamos porque no nos interesa acordarnos. Es fácil de entender: todos hemos hecho en la infancia alguna trampa, por pequeña que sea, alguna mentira piadosa, algo no dicho como por olvido… Así sucede, preferimos olvidarnos de hacer los deberes, de llamar a Pepito o Fulanito, de la dieta, de la báscula, de la bici estática.
Por eso decimos que cuando queremos introducir un giro en nuestra rutina, conviene pensar en ello, ser conscientes de por qué lo deseamos, por qué queremos que “algo” no se repita, para no olvidarnos tan fácilmente de nuestros propósitos.
No es todo cuestión de voluntad, de buena voluntad, de fuerza de voluntad, no: las partidas ganadas se acompañan de deseo, de visualizar el cambio, de hacer un hueco al nuevo estilo de vida. Del mismo modo que uno piensa lo que dice y no dice a su jefe, o a su mujer o a su amigo…. ¿Cómo no pensar lo que se come y lo que no se come? …¿Cómo no dedicar un poco de tiempo a pensar si queremos seguir comiendo y cuánto?
¿Cómo como? … al fin y al cabo… “el cuerpo y el gusto, es nuestro”.
Aida Espina de la Lama (psicologa y psicoterapeuta)
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