El estudio de López-Nava, publicado en la Revista Obesitu Surgery Journal
Sólo un 4,3 por ciento de los pacientes ha requerido la retirada precoz del BIG, debido fundamentalmente a intolerancia psicológica y gastroparesia.
El 95,7 por ciento de los pacientes que se someten a una intervención con balón intragástrico (BIG) para perder más de 15 kilos de peso supera con éxito la intervención, logrando una mejora “considerable” de los resultados y de la consolidación de los hábitos alimenticios adquiridos, según los resultados de un estudio realizado por Gontrand López-Nava, del servicio de Aparato Digestivo y Endoscopia del Hospital Universitario Madrid Sanchinarro. La investigación, publicada en la revista Obesity Surgery Journal, recoge datos de 714 pacientes y confirma que el BIG “constituye un método de ayuda seguro y eficaz para perder peso, sin mortalidad, y con muy baja tasa de morbilidad incluso en pacientes ambulatorios”, ha explicado López-Nava durante la presentación del informe.
En este sentido, sólo un 4,3 por ciento de los pacientes requirió la retirada precoz del BIG, debido fundamentalmente a intolerancia psicológica y gastroparesia (trastorno estomacal por el cual el estómago tarda demasiado tiempo en vaciar su contenido). No obstante, López-Nava ha asegurado que “lo habitual es tolerarlo en tres o cuatro días”.
Complicaciones menores
Según el estudio, las complicaciones menores más referidas tras la colocación del balón intragástrico fueron las náuseas, los vómitos y el dolor leve epigástrico, todos ellos “de fácil manejo ambulatorio y de limitada duración”, ha añadido. Por su parte, las co-morbilidades previas a la colocación del BIG, diabetes tipo 2 e hipertensión, desaparecieron o mejoraron hasta en el 46,9 por ciento de los casos. Este estudio, apunta este experto, “demuestra que el balón intragástrico es una buena alternativa para aquellas personas que no han logrado resultados satisfactorios con dietas, medicamentos o terapias conductuales únicamente”. Asimismo, también ha demostrado ser “una técnica válida como paso previo a la realización de cirugías de la obesidad, con el objetivo de disminuir los riesgos asociados a la intervención”, ha concluido.
Por otra parte, el ensayo ha quedado abierto a nuevos caso para “demostrar que aquellos pacientes en los que ha funcionado el balón intragástrico pueden verse beneficiados de un segundo tratamiento con BIG si necesitan perder más peso”, o “si en el futuro vuelven a incurrir en los errores de
descuido alimentario o sedentarismo que les lleven a acumular peso”, ha afirmado López-Nava.
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