Las distorsiones cognitivas son una forma de error en el procesamiento de la información. Se manifiestan en nuestra mente a modo de mensajes automáticos con un contenido negativo y que a menudo nos perturban emocionalmente. Un ejemplo claro; mirarse al espejo y decirse “qué fea estoy”.

Como imaginarás, estas distorsiones nos hacen pagar un alto precio. Nadie es capaz de creer que es una persona tremendamente fea y estar tan contenta.

Al no ser una visión realista, nos suelen llevar a actuar de manera errónea y negativa, lo que conlleva a menudo en sentimientos de enfado, tristeza, malestar, vergüenza… Además, al tratarse de pensamientos erróneos sobre el físico, esto nos limita a la hora de afrontar las relaciones sociales.

A continuación, os clasificamos las distorsiones cognitivas más frecuentes en relación con el aspecto físico. El poder detectarlas nos ayudará a hacerlas frente y superarlas.

La lupa: error de atención selectiva. Esta distorsión cognitiva hace que solo nos fijemos de manera muy detallada en o las partes que se consideran más negativas. “Mis caderas son tan anchas que destruyen todo mi aspecto”.

La mente ciega: es la otra cara de la moneda del pensamiento anterior. Es aquel pensamiento que minimiza o descuida cualquier otra parte del cuerpo que pueda considerarse mínimamente atractiva.

La fealdad radiante: consiste en empezar a criticar una parte de la apariencia y continuar con otra y con otra hasta conseguir hacer una gran bola en la que uno ha conseguido destruir cualquier aspecto de su figura. Una persona que, al ver unas arrugas, obtiene un pensamiento de vejez y sólo ve signos en su cuerpo que lo demuestren.

 El juego de la culpa: hace posible que la apariencia sea la culpable de cualquier fallo, insatisfacción o desengaño, aunque en principio no esté relacionado en absoluto con ella.

La mente que lee mal o la mala interpretación de la mente: es la distorsión que hace posible “leer” o interpretar la conducta de los demás en función de algún fallo en el aspecto corporal. “La gente no es simpática conmigo por mi peso” o “no tengo novio porque soy gorda”. “Soy perfectamente capaz de saber lo que piensan de mí los demás naturalmente sin preguntárselo”.

La desgracia reveladora o prediciendo desgracias: es la predicción de que desgracias futuras que sucederán por culpa de la apariencia: “Nunca me amarán debido a mi apariencia” o “siempre fracasaré porque no tengo una apariencia suficientemente bonita”.

La belleza limitadora: es similar al anterior. Consiste en poner condiciones a las cosas a realizar que en realidad las hacen imposibles: “No pienso ir al gimnasio a perder peso hasta que no pierda peso” o “no puedo ir a esa fiesta a no ser que pierda 10 kilos”.

Sentirse fea/o: consiste en convertir un sentimiento personal en una verdad universal. El que una persona se sienta fea no quiere decir que lo sea, ni que los demás lo piensen, ni que en otras ocasiones ella misma no pueda sentirse bien consigo misma.

Reflejo del malhumor: sería el traspaso del malhumor o preocupación causada por cualquier acontecimiento al propio cuerpo. Un día estresante, un examen difícil, un disgusto con una amiga pueden ser en realidad la causa del malhumor, pero acaba achacándose a algún aspecto de la apariencia.

La correcta percepción de nuestro cuerpo y de nuestro entorno son fundamentales en todo proceso de pérdida de peso. Desde la Unidad de Obesidad López-Nava, contamos con un especializado equipo de psicología para ayudar en el tratamiento del sobrepeso.

Ángel Rull – Psicólogo.