La obesidad y el sobrepeso afectan a hombres y mujeres, pero en el caso de las féminas no solo la prevalencia es mayor: también ellas se interesan más por solucionar estos problemas. El 60 por ciento de los pacientes que acuden a la Unidad Endoscópica de la Obesidad del Hospital Universitario Madrid Sanchinarro del Dr. López-Nava para someterse a una intervención endoscopia (a través de la boca)  contra la obesidad o el sobrepeso son mujeres con una edad media de 38 años, un nivel socioeconómico medio y más preocupadas por su salud que por la estética. La obesidad es un problema de primer orden en España ya que, según la última Encuesta Nacional de Salud, el 53,7 por ciento de los españoles padece obesidad o sobrepeso. Y aunque la tasa es algo superior en varones que en mujeres, estas son más proclives a someterse a intervenciones bariátricas (reducción de estómago, balones y similares).

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, el Dr. Gontrand López-Nava explica que la mayoría de sus pacientes son mujeres con obesidad tipo I y II (es decir, con Índices de Masa Corporal –IMC- de entre 30 y 40) que, después de haber intentado seguir todo tipo de dietas, deciden someterse a alguna de las técnicas endoscópicas de la obesidad porque quieren prevenir o tratar las enfermedades asociadas como diabetes, hipertensión, dolores articulares, etc. “Es significativo también que muchas de ellas acuden a la unidad porque desean ser madres y necesitan aumentar su fertilidad, y partir de un peso normal para no poner en riesgo su vida o la del feto”.

En cualquier caso, insiste, “se ha experimentado una significativa evolución cultural entre las pacientes, que se alejan del estereotipo de querer adelgazar para estar guapas y delgadas. Ahora lo que más les preocupa es la salud, saben que tienen que hacer dieta y encuentran en estas técnicas endoscópicas un apoyo para que la dieta resulte más fácil y más eficaz.”.

En este sentido, el director de la unidad, el Dr. López-Nava explica: “Los pacientes están cada vez mejor informados sobre los riesgos de las intervenciones convencionales y se interesan por las técnicas endoscópicas porque son más seguras (se realizan a través de un orificio natural), nada dolorosas y les permiten incorporarse a su rutina de forma inmediata (en menos de 24 horas)“.

Cada vez más jóvenes… y más chicas
El Dr. López-Nava destaca que, en los últimos años en su unidad del Hospital Universitario Madrid Sanchinarro, cada vez hay más adolescentes interesados en solicitar información sobre las técnicas endoscópicas para adelgazar, un 70 por ciento de ellos chicas. “Los padres son cada vez más conscientes de que la obesidad puede repercutir de forma negativa en el desarrollo de sus hijos”, explica el doctor, quien subraya que, en el caso de estos pacientes más jóvenes “es todavía más importante el seguimiento psicológico y deportivo, así como averiguar las causas de su sobrepeso”.

Con operarse no basta
El equipo del Dr. López-Nava insiste en la importancia de elegir profesionales que además de intervenir con las técnicas  contra la obesidad más seguras del mercado, les incluyan en sus  tratamientos: una reeducación alimentaria, un seguimiento personalizado psicológico y la introducción de la actividad física para conseguir no solo bajar de peso, sino mantenerlo y evitar efectos yoyó y una dependencia crónica de dietas y restricciones.

En el caso de las mujeres, el trabajo psicológico es vital. Marta Trell, psicóloga de Obesidad López-Nava, explica que, pese a los avances educativos, las mujeres siguen sometidas a una presión social mayor que los varones. Las pacientes suelen experimentar, además, cuadros de ansiedad, tienen un largo historial de dietas fracasadas y una autoestima muy baja. “Por eso es importante ayudarlas a ganar sensación de control sobre la comida y su cuerpo y conseguir que se sientan más seguras y no recaigan”.

El deporte es el otro pilar que garantiza el éxito de estos tratamientos. Como explica el licenciado en Ciencias del Deporte Mario Pérez Carretero, asesor físico del centro, las mujeres tienen un problema añadido: suelen ser las principales responsables de las tareas domésticas y les cuesta mucho más sacar tiempo para hacer ejercicio. Si además no hay hábitos o conocimientos deportivos, los profesionales deben esforzarse al máximo para que el deporte pase a ser algo cotidiano.