Esta semana, en el Departamento de Psicología de Obesidad López-Nava os damos algunas claves que os ayudarán a manejar mejor las emociones para conseguir tener una buena relación con la comida y no recuperar el peso tras finalizar el tratamiento con nosotros.

Aprende a identificar lo que te pasa: Analiza lo que te ocurre cuando una emoción te altera. Párate a pensar en cómo te sientes en ese momento, qué ha ocurrido durante ese día, si hay algo a lo que estés dando muchas vueltas, etc. Muchas veces es nuestra manera de percibir o de pensar una situación la que nos produce ese malestar que sentimos.

Ponle nombre a esa emoción. Intenta no identificar cualquier sensación que tengas con la ansiedad (porque probablemente eso te lleve a la comida). Observa si lo que te pasa es que estás aburrido, cansado, triste, nervioso, enfadado, etc. Si lo identificas, podrás controlarlo mejor.

Piensa cómo puedes calmarte sin recurrir a la comida. Algunas veces no podrás calmar esa emoción de inmediato, opr lo que es importante que aprendas a tolerar lo que te pasa. No pretendas estar siempre bien porque es un objetivo imposible de cumplir. Lo importante es que aprendas a tolerar las emociones. Las que son buenas y las malas, no que las evites.

Estrategias: cuando no te sientas bien y tu mente se vaya a la comida, ofrécele una alternativa atractiva. Puedes intentar distraer tu atención saliendo a dar un paseo, charlando un rato por teléfono, haciendo alguna actividad en casa que te distraiga, escuchando algo de música. Piensa que si no es tu hora de comer, seguramente no tendrás hambre, por lo tanto, no necesitas calmar a tu cuerpo, necesitas calmar a tu cabeza. ¡Distráela!.

Enriquece tu vida: Busca actividades que te interesen y que sean fáciles incluir en tu vida cotidiana. Es importante sentir que nuestra vida es satisfactoria, que no todo son obligaciones. Un tiempo de ocio bien aprovechado puede ser el mejor ansiolítico para ti. Cuanto más vacía esté tu vida, más intentarás llenarla con comida.Piensa: ¿Qué necesitas tener en tu vida?, ¿Qué es importante para ti?, ¿Qué te hace sentir bien?, ¿Qué te hace sentir mal?, ¿Hay algo te haya relajado alguna vez? y… ¿podrías repetirlo?

Buscar la perfección: A veces este tipo de preguntas nos asaltan: ¿Para qué?, ¿Qué consigo?, ¿Qué supone en mi día a día? Son claros ejemplos de sobreesfuerzo mental, de una crítica excesiva hacia tus errores y hacia ti mismo. No es nada positiva una autoexigencia excesiva, porque nos genera bloqueos, falta de espontaneidad, enfados por no conseguir lo que quieres,  irritabilidad, cansancio, ansiedad, etc. ¿Merece la pena?.Utilizando, para bien, los efectos que producen nuestros pensamientos, podemos calmar nuestra ansiedad, eliminar nuestras reticencias a hacer dieta saludable y motivarnos a seguir una alimentación equilibrada.