Llega el frío, la lluvia, las heladas y, por supuesto, también la Navidad, por lo que calzarse las zapatillas y salir a entrenar a la calle parece impensable. Nos quedamos en casa y al llegar primavera veremos que hemos perdido toda la forma física, habremos cogido unos kilos y las buenas nuevas costumbres serán una cuesta arriba.

Pero la clave para que esto no ocurra radica en Darwin: adaptarse o morir. Si hace frío, tendremos que cambiar nuestras rutinas. Podemos apuntarnos a un gimnasio, aunque para muchos, por falta de tiempo, es imposible. La otra opción sería poder realizar este ejercicio dentro de casa. Al principio esto se hace con mucha ilusión, después nos va dando pereza y al final ni siquiera ponemos excusas, simplemente dejamos de practicarlo. La clave está en seguir los siguientes consejos para que no quede todo en buenas intenciones:

  1. Escoge un único espacio de la casa y asócialo al ejercicio. Aunque puede parecer que el salón es el lugar más adecuado, por amplitud básicamente, debemos considerar que el espacio tiene que estar bien ventilado, con buena iluminación y una temperatura adecuada. Si el salón encaja en esa descripción, adelante.
  2. Objetivos reales. Sigue la premisa de que ante todo hay que ser realistas. Una hora, siete días a la semana, por mucho tiempo o motivación que tengamos, a la larga no se puede mantener. Hay que limitar el tiempo, subir la intensidad y guiarse por tablas de ejercicios ya pautadas. Hacer los ejercicios que se nos vayan ocurriendo no es buena idea. Planifícalo todo antes de ponerte a ello. Además, hay que ser conscientes de que muchas de las rutinas que se pueden encontrar en Internet no están adaptadas, sino que ya hay que tener un fondo muy bueno para poder seguirlas. Personalízalo a ti y tus circunstancias.
  3. Mentalízate. Hay que hacer un mínimo de ejercicio (casi) diario. Marca un tiempo y una tabla estándar. ¿Un día no podemos dedicarle tanto tiempo? No pasa nada, bajamos el tiempo y subimos intensidad. Siempre hay que contar con que pueden surgir imprevistos.
  4. Música siempre. Muchos estudios ya lo han demostrado, con música sube el rendimiento en la actividad física.
  5. Nunca en frío. Es muy tentador saltar del sofá o la cama y ponernos directamente a hacer ejercicio. Es aquí cuando pueden surgir las lesiones, ya que el cuerpo y los músculos se encuentran en estado de reposo. Calienta y estira siempre, tanto antes como después de hacer ejercicio. Y cuidado con hacer los ejercicios después de las 9 de la noche. A menudo nos activa demasiado y nos cuesta luego dormir.
  6. Agua siempre a mano. Aunque la temperatura sea menor que en verano y nuestro cuerpo note menos sed, es muy importante mantenernos hidratados en todo momento. Ten agua a mano y procura dar pequeños tragos después de varios ejercicios seguidos.
  7. El material es prescindible. No es necesario tener mancuernas o cualquier otro objeto. La mayoría de las tablas de ejercicio en casa están diseñadas para que se trabaje con el cuerpo o como mucho una silla.

El invierno no es una excusa para descuidar nuestro cuerpo, de hecho, puede ser un gran aliado si encontramos la motivación adecuada. Ya sabes, planifica una rutina, busca un lugar en casa y ponte a ello.

Ángel Rull – Psicólogo.