Cada día vivimos con más prisas y vamos adoptando hábitos que se ajusten a esta forma de vida. En la mayoría de los casos, estas rutinas pueden ser muy perjudiciales tanto física como mentalmente. Un ritmo acelerado que afecta a la velocidad y la forma en que comemos, a la digestión, y a nuestra manera de ver la hora de la comida, más como un mero trámite a lo largo del día que como un momento tranquilo para disfrutar y relajarse, de forma pausada y sin estrés.

Nutricionistas como la Dra. Inmaculada Bautista, nos dicen que comer de pie no resulta adecuado para la digestión, debido a que es más difícil relajarse y comemos rápido. Esta aceleración conlleva estrés y una mayor ingesta de aire. El estrés segrega cortisol, hormona que de por sí hace que tendamos a coger peso, y la ingesta masiva de aire acarrea digestiones pesadas, molestas y hasta dolorosas.

Además, por la falta de tiempo, sumamos el comer comida rápida o tapear, añadiendo un exceso calórico a nuestro organismo, con consecuencias como la obesidad, un incremento elevado de colesterol y unos malos hábitos de alimentación.

Comer a un ritmo normal nos ayuda a tener una buena digestión, masticando bien los alimentos. Comer de pie no sería malo si se comiese al mismo ritmo y los mismos alimentos que cuando estamos sentamos, pero todos sabemos que esto no es así, por lo que hay que sentarse, comer despacio, ir bebiendo agua y disfrutando de cada bocado.

Comer debe ser algo que nos haga desconectar, una pausa en nuestra vida, un tiempo para nosotros mismos o para compartirlo. Si lo hacemos de pie, nos llegamos a desconectar, sino que estamos pensando en volver lo antes posible a nuestra tarea.

No ser conscientes de lo que estamos comiendo hace que no lo registremos y lleguemos a comer más rápido y una mayor cantidad en un breve espacio de tiempo, lo que también hace que no nos notemos saciados.

El acto de comer requiere tranquilidad. Debe ser algo que nos libere del estrés, que nos haga desconectar del mundo y conectar con nosotros mismo. No sólo nuestra digestión mejorará, sino que ganaremos más puntos positivos de los que somos capaces de imaginar, como el poder dedicarnos un tiempo a nosotros mismos. Hacer nuestra propia comida y comerla sin prisas puede ser un acto más de amor hacia nosotros mismos.

¿Por qué no empezamos a frenar y comemos de una forma óptima y relajada?

Ángel Rull – Psicólogo.