El tratamiento con balón intragástrico es una de las técnicas endoscópicas contra la obesidad más efectivas y seguras de la actualidad porque consigue que el paciente pierda peso y -lo más importante- no vuelva a recuperarlo. ¿Cómo lo consigue, incluso después de retirar el balón del estómago?
Ya sabemos que el balón intragástrico no actúa por arte de magia. La implantación del balón es solo una ayuda dentro de un proceso multidisciplinar más amplio, sustentado en dos pilares básicos: el cambio de hábitos alimentarios y la incorporación de la actividad física en la rutina diaria. ¿Cómo ayuda el balón en este proceso?
El balón intragástrico se coloca mediante esdoscopia (sin cirugía abierta) en el estómago del paciente, consiguiendo que se sienta saciado con una ingesta menor de alimentos, además de retrasar la sensación de hambre. El paciente aprende a controlar su alimentación con la ayuda del balón gástrico, con lo que seguir el plan de alimentación propuesto por nuestros dietistas es mucho más sencillo. De este modo el paciente pierde peso y adelgaza, hecho que facilita la práctica e incorporación de actividad física en su rutina diaria.
Pasados seis meses (el tiempo que el balón se encuentra alojado en el estómago) el paciente ya ha sido capaz de cambiar sus malos hábitos alimenticios y ha aprendido a controlar su alimentación. Así pues, una vez se retira del estómago, también por vía endoscópica, sin cirugía abierta, el paciente no recupera el peso perdido porque ya ha cambiado su estilo de vida, tanto en alimentación como en la práctica habitual de ejercicio.
Adelgazar con el balón intragástrico es mucho más que perder peso: es no recuperarlo, es cambiar de estilo de vida, es sentirse mejor, es mejorar en salud y en calidad de vida.
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