obesidad infantil

La obesidad puede definirse como la acumulación excesiva de grasa en el organismo, que puede llegar a constituir un serio peligro para la salud. La causa subyacente es un balance energético positivo, que tiene como consecuencia el aumento de peso, es decir, que las calorías consumidas exceden las calorías que se gastan.


¿Qué trastornos causa la obesidad?
La acumulación excesiva de grasa en el cuerpo puede llegar a constituir un serio peligro para la salud. Adicionalmente, a los trastornos físicos que puede ocasionar la obesidad, hay que sumarles los problemas psicológicos provocados por la discriminación social y las dificultades para relacionarse con los demás que sufre una persona cuya figura desborda los límites de la silueta saludable. Además, en la infancia el problema puede ser aún mayor por la angustia que provoca en el niño la cruel discriminación de los compañeros del colegio y amigos.

¿Cuándo se considera que un niño es obeso?
Un niño se considera que es obeso cuando su peso sobrepasa el 20% de su peso ideal.
La probabilidad de ser un adulto obeso cuando se ha sido un niño obeso es diferente según la edad de comienzo de dicha obesidad, siendo del 40% cuando la obesidad comienza entre los 6 meses y los 7 años de vida, y del 70% para los que comenzaron con obesidad entre los 10 y los 13 años. Esta diferencia se explica por que las células que almacenan grasa se multiplican sobre todo en esta etapa de la vida (de 10 a 13 años).
El índice de masa corporal (IMC), medido al menos una vez al año, es una buena manera de diagnosticar el desarrollo de la obesidad en un niño. El IMC tiene la ventaja de contabilizar tanto la altura como el peso del individuo. En la práctica, señala si un niño está ganando demasiado peso para su altura, o si es equilibrado.

¿Cuáles son los factores que intervienen en una obesidad infantil?
Existen numerosos factores determinantes de la obesidad. Hay que entender que se trata de una enfermedad metabólica multifactorial influida por elementos sociales, fisiológicos, metabólicos, moleculares y genéticos. No obstante, la combinación de una alimentación inadecuada en cantidad y tipo de alimentos, y la tendencia a realizar menos actividad física relacionada con el mayor tiempo dedicado a actividades sedentarias explica en parte por qué se ha duplicado la obesidad infantil en los últimos 15 años en nuestro país. Por tanto, los malos hábitos de alimentación y un estilo de vida sedentario son los factores responsables.

¿Qué tipo de dieta tenemos hoy en día?
Los actuales cambios en el estilo de vida incluyen la modificación en los hábitos alimentarios, donde la dieta se caracteriza por ser desequilibrada y excesivamente calórica. En general, los niños toman más cantidad de alimentos de la que precisan y su alimentación es rica en grasas, azúcares sencillos y en consecuencia en calorías, con un predominio de la carne, los precocinados, los dulces y un consumo insuficiente de verduras, legumbres, frutas y pescado. A esta circunstancia, se une el hecho generalizado de que muchos niños y adolescentes omiten el desayuno, una de las comidas más importantes del día, directamente implicada en la regulación del peso.

¿Qué costumbres erróneas inculcan los padres?
Ciertos errores dietéticos entre los progenitores favorecen el aumento de peso de los pequeños, como la verdadera obsesión de muchos padres y madres para que el niño coma mucho, convertir la comida en premio o castigo por algún comportamiento, premiar la buena conducta con golosinas u otros alimentos calóricos, festejar los mínimos acontecimientos de la vida del niño con «comida basura», permitir el consumo casi diario de chucherías, bollería y bebidas azucaradas, y recurrir con frecuencia a la preparación de platos precocinados por la falta de tiempo, entre otros.
Asimismo, el estilo de vida actual es sedentario. La mayoría de actividades giran en torno a la televisión, el ordenador y los vídeo juegos, y con frecuencia se realizan consumiendo alimentos calóricos (patatas fritas, chucherías, palomitas…). Los niños han disminuido considerablemente la actividad física en juegos al aire libre, excursiones, deportes, etc., además de las pocas horas destinadas en los colegios a la educación física.

¿Cuáles son las consecuencias de la obesidad?
Anteriormente se consideraba que el sobrepeso infantil no era perjudicial, se pensaba que un niño gordo era un niño sano. Ahora se sabe que existen problemas inmediatos y futuros asociados con la obesidad infantil.
Las consecuencias psicosociales de la distorsión de la imagen física para el niño obeso son muy importantes; baja autoestima, aislamiento social, discriminación e incluso patrones anormales de conducta que derivan en bulimia y anorexia nerviosas. La obesidad infantil produce alteraciones ortopédicas, respiratorias y cutáneas y aumenta la incidencia de diabetes, hipertensión y dislipemias (aumento de colesterol y triglicéridos).
Aparte de los problemas físicos y emocionales que surgen en la infancia, los estudios a largo plazo han demostrado que la obesidad adolescente es muy a menudo un indicio de obesidad adulta, especialmente si los padres también son obesos.

¿Cómo se puede prevenir la obesidad infantil?

· Un buen desayuno. Es la primera comida del día que mayor incidencia tiene sobre el rendimiento escolar.

· Desarrollar el gusto por las verduras y las frutas. Para ello se sugiere mezclar pequeñas cantidades de verduras con diferentes condimentos que disimulen su presencia: ensalada de colores (pasta, tomate, maíz,..), croquetas de pescado con tomate y zanahoria rayada, la pizza con vegetales, tortilla de espinacas…

· Evitar que piquen entre horas. Hay que distribuir los alimentos durante el día de manera racional.

· Es conveniente acostumbrarles a masticar despacio.

· Se debe impulsar la práctica de actividad física (los niños españoles pasan una media de 2 horas y media viendo la TV, a lo que se suma el tiempo que dedican a jugar con videojuegos o conectados a internet).
Cuando en la familia existe uno o varios miembros con obesidad o con enfermedades cardiovasculares se puede considerar necesario plantearse programas de detección e intervención temprana en edades escolares mediante la visita al pediatra, que será capaz de detectar precozmente a los niños con problemas de sobrepeso, y en casa, donde es importante llevar un hábito de alimentación adecuado y proporcional a cada edad.